¿QUE POLITICA PARA EL FUTURO ?

¿QUE POLITICA PARA EL FUTURO ?

Roberto Santana

Si este fin de año se preguntase a los chilenos qué es lo que mas le gustaría que cambie, una gran mayoría seguramente apuntaría a la política. El tema es que no hay automatismos para cambiar un sistema estructurado sólidamente y por lo mismo no se puede improvisar, los futuros líderes que quisieran cambiarlo tienen que tener muy clara la radiografía del paciente, saber cuales son los límites dentro de los cuales es posible aplicarle un tratamiento sin ponerlo en peligro. Por eso el ejercicio de la política en los años que vienen pasa por una revisión atenta de lo que fue la política manejada por los partidos de la Concertación para la Democracia y sus continuadores y sacar las conclusiones con vista a pasar a otra etapa. Esta otra etapa pareciera ser la mas difícil la mas desafiante porque deberá privilegiar la creación y la imaginación políticas si se quiere ajustar la coexistencia del neoliberalismo y libre mercado con los intereses permanentes de la sociedad nacional.

La coalición de los partidos opositores a la dictadura asumió el proyecto político de vuelta a la democracia aceptando una serie de bloqueos constitucionales impuestos y por lo mismo aceptando la idea de una transición política cuya duración era difícil de definir. Dado el contexto existente, hay que reconocer que era una posición razonable. Porque los frenos tenían detrás la garantía de la fuerza militar y estaban pensados principalmente para proteger la continuidad de la nueva estrategia de desarrollo asumida por el gobierno militar y de resguardar las posiciones adquiridas por diversos sectores que apoyaban la dictadura. Traducido de otra manera significaba reforzar y consolidar la implantación del sistema neoliberal tarea que iba a ser exitosamente cumplida por los partidos de la Concertación ya bajo  la presidencia Lagos.

En realidad, cuando acceden al gobierno la mayor parte de los dirigentes de los partidos de la Concertación, muchos de los cuales habían vivido o viajado por los países europeos o por Norteamérica, habían hecho ya su conversión al neoliberalismo fundado sobre el libre mercado, la competitividad y la productividad, todo ello facilitado por la irrupción de las nuevas tecnologías. Pero lo que sorprendió a los observadores fue la radicalidad con que se aplicaron a sostener el nuevo modelo aportado por la mundialización y a facilitar la implantación de los grupos económicos nacionales y las multinacionales. De cierta manera la radicalidad empleada no dejaba de recordar el comportamiento histórico de las élites chilenas frente a cada gran viraje en la historia de los ciclos del capitalismo mundial, pero no hay aquí espacio para abordar el tema.

Lo cierto es que luego de las tres primeras presidencias democráticas, las tasas de crecimiento de la economía mostraban la evidencia de que al nuevo sistema económico capitalista le hacía falta el contexto democrático para que pudieran expandirse en toda su dimensión, razón que explican el referéndum y luego las elecciones libres permitidas por la dictadura. Las tasas de crecimiento aumentaron (Aylwin 7,3%, Frei 5,2%, Lagos 4,7%) y por cierto poco a poco se establecieron lazos estrechos entre los políticos de centro izquierda y los representantes de los grupos económicos nacionales y las multinacionales, la mayor parte ya instalados en tiempos de la dictadura. Todo marchó perfectamente, porque los niveles de pobreza extrema iban siendo eliminados, las clases medias se expandían y la colusión de la nueva clase dirigente con los grupos económicos iba a favorecer el enriquecimiento de los políticos. La realidad parecía dar razón a alguien que habia sugerido que la clase gobernante chilena estaba guiada por una suerte de subyugación del poder político al sistema económico global.

Es cierto, la Concertación jugó un rol estratégico en la consolidación del neo liberalismo, y en la euforia de los éxitos económicos olvidó que su responsabilidad primera era de imaginar un proyecto de sociedad para un largo periodo y de ir creando las condiciones para su realización, en vez de ello se dedicó a implementar toda suerte de mecanismos de efectos temporarios y a crear instituciones mas o menos burocráticas para efectivizar mejor el débil “chorreo” permitido por el sistema económico internacionalizado. Con esta lógica pretendía combatir las desigualdades en vez de crear los mecanismos idóneos para permitir una verdadera emancipación paulatina de los miembros de la sociedad, comenzando por la calidad de la enseñanza en todos sus niveles, la estimulación de la cultura ( política editorial, obligaciones éticas y culturales para el sistema audiovisual), la descentralización del poder concentrado en Santiago, el derecho de las poblaciones regionales y locales a regular y controlar las acciones que se realizan sobre sus territorios.    

Hasta el gobierno del presidente Lagos incluido, hay que decir que la Concertación estuvo abocada en prioridad a la creación de condiciones para hacer posible una articulación del país al mundo indispensable a una economía fundada sobre la exportación de recursos naturales. Hay que reconocer también que el esfuerzo en la incorporación de ciencia y tecnología a la exportación de productos de calidad, garantía de rentabilidad en el comercio exterior, fue una preocupación esencial desde el comienzo de la democracia reencontrada y que la presidencia de Lagos aseguró para largo tiempo la inserción de Chile en el escenario mundial, multiplicando los tratados bilaterales (principalmente EEUU, China Unión Europea) e insertando el país en fórums internacionales como la APEC y la OCDE asegurando asi una participación activa en instituciones internacionales importantes.

A partir de allí los tiempos iban a cambiar porque los fundamentos sólidos de una democracia con futuro habían sido olvidados en provecho del crecimiento económico. La pseudo participación ciudadana y el acceso al pan cotidiano asegurado por el “chorreo” no bastaban para asegurar la disminución de la desigualdad social y menos para satisfacer las aspiraciones de hombres y mujeres libres. La desconfianza hacia toda la clase política se generaliza; por añadidura la corrupción invadía las altas esferas del país apareciendo como el fruto legitimo de una manera desenvuelta de dejar hacer o facilitar graciosamente las actividades inversionistas del capital. A la juventud descreída y en parte despolitizada negándose a participar en las elecciones desde el comienzo  del retorno democrático, se iban a sumar nuevos sectores sociales reclamando reformas de fondo asi que cambios constitucionales. El movimiento de estudiantes de 2011 por una educación gratuita es la primera gran alerta pues los contestatarios fueron acompañados por enormes movilizaciones de ciudadanos salidos de sectores sociales los mas diversos y levantando otras reivindicaciones sistemáticamente postergadas. Después iban a seguir movimientos sectoriales y territoriales en diversas regiones del país relacionados con los efectos perniciosos y a veces catastróficos producidos en las actividades extractivas mineras, en las áreas marítimas ocupadas por las industrias acuícolas, en la expansión desbordante de las empresas forestales, todo ello con repercusiones durables sobre el medio ambiente, sobre las poblaciones aledañas, y sobre la durabilidad de los recursos naturales.

El descontento que se ha ido acumulando necesita sin embargo ser decorticado porque la abundancia de contradicciones, de incoherencias y complejidad de situaciones que allí se expresan se presta a confusión. Por ejemplo, es fuerte la corriente que quisiera echar por la borda el neoliberalismo, el libre mercado y todo lo que va con él, pero sin tener claro porqué otro camino se podría caminar. A no ser que se proponga el camino venezolano o el modelo cubano de socialismo. Que algunos irresponsables desearían. El problema es que no se vislumbra en el horizonte ningún otro camino. El capitalismo dominando la escena mundial obliga a todas las naciones a pensar la manera de adaptarse, atenuar sus efectos mas perniciosos, destructores y nocivos. Yo no soy de los que piensan que hay una incompatibilidad inexorable entre un proyecto de sociedad promoviendo un sistema de derecho apto a asegurar la salud democrática y el progreso de la sociedad y la condición de país abierto hacia el exterior y ampliamente interesado en la inversión extranjera, en el mercado y en el comercio internacional. Quiero decir que existe la posibilidad de buscarse desvíos y de no extraviarse.

Después de las experiencias pasadas del comunismo de la Unión Soviética, del fracaso de la revolución cubana y otras versiones próximas del socialismo histórico no existe modelo de reemplazo que resista al entorno capitalista dominante, único por lo demás que permite la libertad del individuo en sociedad, enmarcado por cierto al interior de un sistema democrático inclusivo y reformable. En fin, es lo que se ha creído hasta ahora. El fracaso de las experiencias de ruptura ha sido precisamente la negación de la libertad individual y el escaso desarrollo alcanzado, hasta llegar a un punto en que la economía misma impone al sistema autoritario o totalitario cambios en profundidad, con el regreso al seno del liberalismo y el capitalismo.   

Pero toda tentativa de reequilibrar el peso de esos dos polos aparentemente contradictorios pasa hoy por un reemplazo del personal político que ha gobernado el país hasta aquí. Pasa por la voluntad de crear un nuevo bloque hegemónico no centrado exclusivamente en la izquierda pero si de definición progresista, concitando los ciudadanos de todo horizonte político interesados en el futuro de la nación y no prioritariamente en el futuro de los negocios, o en la obtención de prebendas como precio de la política. Todo va a depender de cómo perciban esos nuevos dirigentes su rol en la creación política, de la imaginación que desplieguen para apartarse de las sendas rutinarias, de su grado de responsabilidad cívica y de su compromiso con la honestidad en el ejercicio de la función. Esto es lo que la gente espera de nuevos hipotéticos dirigentes.

La mundialización no puede andar “por la libre” y por lo mismo creo que la condición primera para continuar con las puertas abiertas a la inversión extranjera es tener claro que la palabra clave es regulación por el Estado de las condiciones bajo las cuales las empresas inversionistas van a operar, a la regulación debe seguir la vigilancia o el control sobre el terreno de cómo se ejercen las actividades, de sus relaciones con el entorno, del respeto del medio ambiente. Es un hecho incontestable que hasta aquí el capital extranjero como el nacional han llegado a instalarse en los territorios como en tierra conquistada con el acuerdo de la clase dirigente. Una revisión general de los sistemas bajo los cuales operan en los diferentes rubros las multinacionales y las grandes empresas chilenas sería la primera responsabilidad de los aspirantes a dirigentes. Esto significa un trabajo exhaustivo y cuidadoso importante para determinar qué tipo de impuestos específicos aplicarles dependiendo de su importancia, equidad y eficacia, diferenciándolos bien de las imposiciones aplicables a la industria nacional de mediana dimensión para abajo.  

Chile saldrá ganando con las nuevas tasaciones aplicables y con los compromisos recíprocos a los que se llegue, cuyo significado no es otro que ponerle freno al neoliberalismo exacerbado sin que los intereses de los inversionistas se sientan menoscabados. Si se tiene en cuenta que el país sigue exportando principalmente recursos naturales que son indispensables a las economías desarrolladas, algunos de los cuales son raros en el mundo, puede sugerirse que hay allí un fuerte argumento para ejercer presión y renegociar los acuerdos y tasas aplicables.

La segunda gran cuestión que quedó intocada bajo los gobiernos de centro izquierda y que no puede diferirse indefinidamente fue la descentralización del poder político concentrado en Santiago. Los candidatos a nuevos dirigentes del país tienen la tarea urgente de plantearse la solución política preferible a la gestión centralizada del territorio, proponiendo sea una fórmula de autonomías regionales, a la manera española, sea una fórmula de regiones federadas, para terminar con la vieja lectura del llamado Estado unitario detrás de la cual se esconden los defensores del status quo. La reforma que dejó encaminada el segundo gobierno Bachelet no mejorará en nada la situación, al contrario neutralizará aun mas la labor de los gobiernos regionales: los poderes del gobernador electo de aquí a 2022 van a ser neutralizados por el delegado del Presidente (a) de la República y no será mas que un volador de luces.

La negativa persistente de definir una política de nuevo trato con el pueblo Mapuche es otro de los lastres que dejan la Concertación y mas recientemente la Nueva Mayoría. He aquí la tercera prioridad en caso de acceder al gobierno un nuevo bloque hegemónico, pero aquí hay que trabajar fino porque de alguna manera hay que dar satisfacción a las autonomías territoriales en las comunas donde la población Mapuche en comunidades es todavía considerable. La palabra clave para negociar creo que es la autogestión de su propio desarrollo en áreas territoriales definidas. También deberá negociarse la manera de liberar el entorno de las áreas Mapuches actualmente encerradas por plantaciones forestales que afectan negativamente sus recursos y su medio ambiente, y en ciertos casos negociar Estado e indígenas con las empresas la cesión de las tierras indígenas ocupadas indebidamente por las empresas. Lo otro obligado, es decir el reconocimiento identitario, es de orden constitucional y forma parte de una de las primeras prioridades del futuro equipo gobernante.

A la búsqueda de un mejoramiento del sistema democrático una reforma constitucional debe inscribir la participación de la sociedad civil en las actividades de gobierno, es decir que los partidos políticos pierden el monopolio de la representación y tendrán la obligación de presentar candidatos a los puestos de elección popular de personas idóneas salidas del mundo asociativo cooperativo o empresarial (a determinar el %), o de otra manera abrir la posibilidad de que las propias organizaciones de la sociedad civil designen directamente sus candidatos a competir con los partidos. Para ello la legislación actual concerniente a la representación popular debe ser consecuentemente revisada y los textos aligerados para facilitar la entrada en juego de esos nuevos actores.

La otra reforma prioritaria que debería ser abordada por un hipotético nuevo equipo dirigente está referida a una Ley de Moralización de la vida política, indispensable en nuestra era de abundancia de grandes negocios que despiertan fácilmente los apetitos de los hombres políticos. La corrupción de las élites tiene un efecto multiplicador en el seno de la sociedad y por lo mismo poner trabas a su progresión es una medida de salud pública.

Creo que hasta aquí se trata de un programa mínimo, pero en profundidad, de una acción política que necesita una cuidadosa elaboración y que por lo mismo necesita estar con anticipación suficientemente madurado por los nuevos dirigentes y sus expertos y aprobado por la adhesión popular a las candidaturas del nuevo movimiento. Para su aplicación tal programa obligadamente necesita una reforma constitucional porque de otra manera las trabas parlamentarias terminarían con los proyectos de reforma en los archivos.

Un nuevo equipo dirigente en reemplazo de los que han dirigido el país durante treinta años si levanta un programa bien construido y detallado sobre esos cuatro puntos principales, que han sido hasta aquí temas tabú para los gobiernos, a los cuales por cierto se irán sumando paulatinamente otras reformas, como la revisión de la ley de aguas, de bosques, de la pesca y concesiones marítimas, de la seguridad social, disminución de los tramites en Notarías, etc., es seguro que podrá contar con un apoyo masivo de una población que sigue manteniendo una gran desconfianza de los partidos políticos que gobiernan. Recuérdese que en las ultimas elecciones municipales votó solamente el 34% dl cuerpo electoral y que en las ultimas presidenciales votó menos de la mitad del cuerpo electoral. Es una masa electoral que no se pronunciará sino cuando vea que hay una oferta política novedosa e imaginativa proveniente de dirigentes nuevos y atractivos por sus ideas, que deja atrás las medidas de remiendo, que trata de entender e interpretar juiciosamente el significado de la mundialización y los cambios que implica y que se apresta a funcionar con nuevos paradigmas. Y hay todos los decepcionados de todos los horizontes.

Tal hipotético equipo tiene dos años y medio para ponerse seriamente a trabajar y hacer completamente a la inversa de lo que hizo el Frente Amplio, por ejemplo, para quien lo primero fueron las alianzas y a última hora el programa. Ponerse a trabajar desde ahora en la elaboración del corazón del programa y una vez finalizado concitar a todos los ciudadanos interesados en otorgarle confianza popular para efectuar los grandes cambios en vez de perder tiempo en buscar primero el acuerdo de una diversidad de grupos o movimientos políticos de intereses contradictorios y poco representativos. No. Esta vez debería tratarse de una empresa destinada a ganar no solamente una elección presidencial sino una amplia mayoría parlamentaria, para poder implementar el programa con independencia. De cierta manera se trata de provocar un verdadero terremoto político.  El Frente Amplio no podrá crear nunca un tal sacudón porque está anclado demasiado a la izquierda y los tiempos no están para eso. Los tiempos están para los progresistas de de todo horizonte , izquierda, de centro y de derecha que tengan la voluntad de velar por la salud y el destino futuro de la sociedad, que piensan que la historia no vuelve atrás, pero que hay interés en filtrar todo lo que la modernidad aporta en términos tecnológicos y culturales.

¿De dónde puede salir un nuevo liderazgo liberado de las amarras del pasado y volcado a la construcción del avenir?, ¿Es que la iniciativa de reagrupamiento de fuerzas al interior del Frente Amplio promovido por el alcalde Sharp de Valparaíso puede identificarse con tal proyecto? Es posible que Jorge Sharp tenga la envergadura para liderar un tal movimiento, si es asi, no tiene que perder tiempo y comenzar ahora mismo a la elaboración del programa que Chile necesita al interior del sistema mundial.

 

 

 

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